viernes, 20 de noviembre de 2015

Hace cuarenta años

Caricatura publicada en el número 28/29 de
Cuadernos de Ruedo Ibérico (diciembre 1970-marzo 1971),
obra del dibujante Vasco
Lo conservo desde hace 39 años. Se trata de un artículo que no llegó a salir impreso. Pretendía que se publicase en El Ideal Gallego, el periódico de A Coruña en el que entonces trabajaba, el 20 de noviembre de 1976. Ni se mencionaba al dictador muerto en la cama un año antes, pero el director del periódico no consideró conveniente publicarlo ("Querido Gaciño: Tal vez el próximo aniversario..."). El director era Rafael González, un buen amigo, cómplice en las pequeñas batallas que librábamos por la libertad de expresión en los últimos años del franquismo. Soportaba con temple el empuje de unos cuantos redactores progres, los límites legales ciertamente estrechos, las presiones de las autoridades competentes (que estrechaban aún más la legalidad) y la línea oficial de la casa (la Editorial Católica, que jugaba al aperturismo pero dentro de un orden). En caso de duda o de peligro inminente, ya sabíamos todos por dónde se rompería la cuerda. Amistosamente, dejamos el artículo para mejor ocasión y, como ya no hubo mejor ocasión, el artículo se quedó entre mis papeles. Ahora que se cumplen cuarenta años de aquella muerte, se me ha ocurrido desempolvarlo y aprovechar esta ventana para enseñarlo al mundo (bueno, a los queridos insensatos que se paran ante mi ventana). He escaneado como he podido el folio y las cinco líneas mecanografiadas, adjuntándole la cariñosa nota del jefe comprensivo.

Pero, por si no se lee bien, transcribo el texto, encabezado con una cita de Luis Cernuda: "Borradas están ya las inscripciones de las losas con muertos de dos siglos". Mi texto (de literatura más modesta) es este:



"Ya casi no nos acordábamos de ti, salvo que, de vez en cuando, alguno de los tuyos -de los que te lo deben todo, porque se enriquecieron a tu sombra y en tu nombre- te invocaba. Ya casi pensábamos que tu desaparición se hundía en la noche de los tiempos, en el infierno de los olvidos. Tan poco duró tu recuerdo que empezábamos a pensar que todo había sido una larga pesadilla, de la que habíamos despertado con un cierto amargo regusto de resaca moral, como con ardores mentales por la borrachera de odio que nos obligaste a padecer.
Quienes no hemos conocido otra vida que bajo tu sombra omnipotente ahogando nuestras tímidas inquietudes libertarias, apenas balbuceamos ahora, torpemente, vacilantes intentos de convivencia, de comprensión, ensayos titubeantes para aprender a caminar sin vendas ni trabas. Hemos perdido el tiempo en la noche confusa de la desesperación y, ahora que vemos el alba en el horizonte difuso del futuro, tratamos de orientarnos en la luz, para recuperar nuestra propia historia, la que tú nos desviaste.
Casi ya no te recordábamos y de pronto un día, una fecha que coincide, te volvemos a tener ante la memoria atormentada. Y querríamos que no hubieses existido, que todo hubiera sido efectivamente un sueño, y volviéramos a tener nuestros años intactos para llenarlos de pureza. No va a ser posible ahora tener el corazón fresco -lo hemos visto en el tiempo que nos has faltado- para mirar todo como si nada hubiera pasado, como si los pájaros hubiesen volado siempre libres y los buitres no hubieran despedazado la sangre caliente de nuestros hermanos. Esta herencia maldita nos agobia y nos confunde.
Quisiéramos guardar a nuestros hijos de tu recuerdo, ya que nosotros no estamos libres de él -aunque a veces nos parezca todo un sueño-, como se les guarda de los malos tragos o de las caídas inútiles. Quisiéramos ocultarles también así el triste papel de humillados que nos tocó jugar. Y anotar aquella larga noche de piedra -de la que ya casi no queríamos acordarnos- en el capítulo de las pérdidas personales.
Quizá con el tiempo lleguemos a creernos que nunca tuvimos infancia con cacerolas huecas y ausencias doloridas, ni adolescencia furtiva e interrogante, ni juventud con besos tristes y libros vacíos. Si no podemos recuperar la vida hecha trizas, quizá podamos disfrazarnos el alma de niño recién nacido, en el que tu recuerdo sea sólo como un lejano sentimiento de culpabilidad, una especie de pecado original que la clemencia de un bautismo, o el bisturí de un psicoanálisis, pueda hacer desaparecer".

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Difícil equilibrio entre libertad y seguridad

Diseño de Jean Jullien, a propósito de los atentados de París, en
el que fusiona el símbolo de la paz con la Torre Eiffel
No es fácil reaccionar con racionalidad ante ataques terroristas tan brutales como los que se perpetraron el viernes 13 en París, sobre todo cuando forman parte de una cadena de ellos que ya ensangrentaron la propia capital francesa y diversos lugares de la cuenca mediterránea, por limitarnos sólo a los de este año. Una reacción visceral lleva a respuestas vengativas y contundentes, que, por lo general, resultan poco eficaces para erradicar un fenómeno que se alimenta precisamente de sentimientos viscerales de odio y venganza, a partir de agravios reales o inducidos. 
Desde los ataques del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas de Nueva York -el hito emblemático de este nuevo terrorismo global-, las respuestas bélicas no han dado el fruto adecuado. En algunos casos -la ocupación de Irak, por ejemplo- resultaron contraproducentes. Los primeros pasos del gobierno francés -intensificando los bombardeos en Siria y endureciendo las medidas internas para situaciones de excepción- parece que van en la misma dirección, aunque su intención de entenderse con Rusia indica una corrección en la postura occidental, hasta ahora firme, de no negociar con el régimen de Bachar Al Asad.
Sobre el debate que los ataques terroristas generan en el seno de las sociedades democráticas -el de sacrificar ciertos niveles de libertad en aras de una mayor seguridad colectiva- trata especialmente este nuevo artículo del plumilla errante en El Diario Fénix:

http://www.eldiariofenix.com/?q=content/malos-tiempos-para-los-equilibrios#.VkxQNcnmaPg.twitter

El enlace ya no enlaza. Por eso, reproduzco aquí el texto:

EL PLUMILLA ERRANTE

Malos tiempos para los equilibrios

José A. Gaciño (El Diario Fénix, 18-11-2015)

Son momentos de declaraciones solemnes y rotundas. Y de medidas excepcionales que sirvan para calmar la ansiedad de la ciudadanía vulnerable y transmitan la sensación de que se reacciona con contundencia. Un efecto tranquilizador de consumo interno (para las víctimas reales o potenciales), que no siempre tiene la eficacia deseada frente a quienes agreden desde dentro o desde fuera, pero siempre de forma imprevisible e indiscriminada.
Abrumados por la brutalidad de ataques como el del viernes 13 en París (como unos días antes en una mezquita chií en Beirut, y unas semanas antes en una manifestación pacifista en Ankara, por no remontarnos al 11-S neoyorquino en 2001, al 11-M madrileño en 2004 o al 7-J londinense de 2005), la emoción y la rabia no deja ver los matices y se da por buena cualquier decisión destinada a perseguir a los fanáticos, aunque, en la mayoría de los casos, la autoinmolación elimina fanáticos que perseguir.
El clima es propicio para que los gobiernos desnivelen el delicado equilibrio entre libertad y seguridad. Nunca encontrarán a los ciudadanos más dispuestos a aceptar recortes en sus libertades. Dispuestos a comprender que, para controlar a un terrorismo tan cruel y escurridizo, es necesario limitar, e incluso eliminar si hace falta, las garantías de los derechos individuales, en aras de la seguridad colectiva.
Recortes y limitaciones que empiezan a aplicarse con carácter temporal y excepcional, pero que luego terminan por no levantarse nunca del todo: a Obama le queda poco más de un año de mandato y todavía no ha podido cumplir su promesa de cerrar el limbo jurídico de Guantánamo ni derogar la muy excepcional la ley patriótica de Bush junior (que ha permitido, entre otras cosas, realizar un control universal de teléfonos y correos electrónicos). Esos catorce años de excepcionalidad quizá han podido rebajar algo el nivel de amenaza terrorista en suelo norteamericano, pero no desde luego en un escenario que incluye el Oriente Medio, Europa y casi la mitad del continente africano.
En ese escenario, la guerra caliente se centra en estos momentos en Siria e Irak, donde el llamado Estado Islámico ha ocupado territorios en los que empezar a montar su delirio de establecer un nuevo califato, pero los efectos colaterales afectan, en mayor o menor grado, a los países vecinos y a Europa, en unos casos por la masiva afluencia de fugitivos del terror islamista (y de la dictadura de Al Asad, que todo hay que decirlo) y en otros por la actividad terrorista. La sangre corre por todo ese panorama. Más en Siria e Irak, claro, donde los muertos (todos árabes y la mayoría musulmanes) superan ya los trescientos mil, y los desplazados rebasan los trece millones (nueve en su propio país y más de cuatro millones en los países fronterizos y, desde este verano, también vagando por Europa adelante).
Las declaraciones solemnes y las medidas excepcionales tampoco dejan hueco para la autocrítica. Los asesinatos terroristas no caen del cielo, aunque se cometan en nombre de Alá. Son producto de un complejo entramado de circunstancias históricas, sociales y económicas (y religiosas, no se olvide), en las que Occidente también se manchó las manos, directamente o a través de aliados interpuestos. “Vos guerres, nos morts” (“vuestras guerras, nuestros muertos”) es el lema de un montaje que circula por Facebook sobre una foto en que aparecen Putin, Cameron, Obama y Hollande. No están todos los que son (faltan Al Asad, Al Bagdadi y los monarcas del petróleo, por ejemplo), pero son todos los que están.

Lo triste es que sean necesarios tantos muertos inocentes (en Siria, en Irak, en Turquía, en Líbano, en Francia… ) para que en algún momento culpables y responsables lleguen a plantearse alguna vía de entendimiento. Por ahora, ni las premiosas reuniones de Viena ni el pronunciamiento puramente retórico sobre los asesinatos de París en la reunión del G-20 ofrecen muchas esperanzas de que ese entendimiento esté cerca. Malos tiempos para los equilibrios.

sábado, 7 de noviembre de 2015

Añoranza del internacionalismo proletario

El cuarto estado es el título de este cuadro que pintó el italiano Giuseppe Pelliza de Valpedro entre 1898 y 1901
y sirvió de cartel a la película Novecento, de Bernardo Bertolucci
Las elecciones generales convocadas para el próximo 20 de diciembre deberían servir para que el actual gobierno rindiese cuentas sobre su gestión de la crisis. Después de cuatro años, el Partido Popular va a dejar la economía española más o menos como estaba cuando empezó a gobernar, especialmente en materia de empleo. Nada que ver con el discurso triunfalista que manejan, basado, entre otras cosas, en la recuperación del empleo perdido, sin especificar que el empleo que se ha recuperado es que el que se perdió durante sus primeros años de legislatura. 
Cuentan, además, con la ayuda inestimable del contencioso catalán. La huida hacia adelante del partido gobernante en Cataluña, Convergéncia Democrática, tras asumir la bandera del independentismo para tapar algunas vergüenzas de gestión (con acusaciones de corrupción incluidas), le sirve ahora a la derecha española para convertir la campaña de las elecciones generales en un canto a la unidad de la patria, obviando toda la política de recortes y precariedad, además de sus particulares casos de corrupción general. 
Ese escenario es el que se analiza en este artículo, publicado en El Diario Fénix: 
http://www.eldiariofenix.com/?q=content/a%C3%B1oranza-del-internacionalismo-proletario

Parece que el enlace de El Diario Fénix murió. Reproduzco aquí el artículo:

EL PLUMILLA ERRANTE

Añoranza del internacionalismo proletario

José A. Gaciño (El Diario Fénix, 4-11-2015)

No habían dialogado, negociado ni pactado con nadie a lo largo de su legislatura absoluta, en la que han abundado los decretos para entretenerse menos en el parlamento, pero ahora llaman a rebato para salvar la unidad de España. Una cuestión de Estado, claro, que exige que todos cierren filas detrás del gobierno. Una magnífica oportunidad para eliminar del debate electoral todas las cuestiones relativas a las corrupciones y a la precariedad laboral y social con la que este gobierno pretende convencer de que España sale de la crisis. Lástima que tengan que compartir los réditos con Ciudadanos, mucho más creíble en la movilización unitaria que su inmovilismo, pero la inercia del poder –y la debilidad que los socialistas no terminan de superar– todavía los mantiene en el primer puesto en las encuestas y puede que los siga manteniendo hasta el día de las elecciones generales, por mucho que continúen cayendo y los emergentes subiendo.
Y como estos de la derecha practican memoria histórica selectiva, no tienen por qué recordar que ellos en otra cuestión de Estado, la lucha antiterrorista, no sólo no cerraron filas con el gobierno anterior (socialista) sino que movilizaron y manipularon a las víctimas para bloquear la estrategia gubernamental de entonces (que, por cierto, a pesar de esa actividad boicoteadora, consiguió derrotar al terrorismo etarra y poner fin a una etapa siniestra y dolorosa). Tampoco practicaron la responsabilidad institucional cuando decidieron retirarse del debate sobre la reforma del estatuto catalán y promovieron otro boicot, no ya contra la reforma que no les gustaba (comprensible como muestra de disensión política) sino directamente contra los productos procedentes de Cataluña (lo que sonaba a declaración de guerra).
Contribuyeron a alimentar la difusión del sentimiento independentista y, una vez prendido el fuego, tratan de aprovecharlo ahora para calentar sus expectativas electorales. Favores recíprocos, como ha comentado Iñigo Errejón, de Podemos: Rajoy le hizo la campaña a Mas y Mas le hace ahora la campaña a Rajoy. Cierto que, en el primer caso, los resultados no fueron muy contundentes: por un escaño, el capitalista Mas está pendiente, para su supervivencia como gobernante en activo, de las condiciones que le arranquen los revolucionarios anticapitalistas de la Candidatura d’Unitat Popular. En el segundo caso, está por ver qué nivel de limpieza y transparencia le exigirán a Rajoy sus hipotéticos socios futuros para dejarlo seguir ejerciendo de Don Tancredo.

Entre las jugadas electoralistas de unos y de otros, retroalimentándose a base de manipular los sentimientos encontrados de sus respectivos electorados, anda peligrando por medio la convivencia de los pueblos y el equilibrio social, con la curiosa coincidencia de que, a la cabeza de los que tratan de gestionar cada uno de los bandos, aparecen sendos representantes de ese capitalismo especulativo que puso en marcha hace siete u ocho años, al hilo de la primera gran crisis financiera de este siglo, esta nueva era de precarización universal. Como para sentir añoranza de aquellos sueños del internacionalismo proletario.