viernes, 13 de diciembre de 2013

Manolo Castro, en la mesa camilla de la memoria


Manolo Castro, en diciembre de 2010
Sentados alrededor de la mesa camilla de la crítica permanente, tratábamos de adivinar el juego de la conspiración de los poderosos. Manolo Castro era de los convencidos de que, detrás de todo este bullicio de políticos corruptos, banqueros especuladores, multinacionales depredadoras, guerras preventivas y revoluciones reconducidas, había como una especie de gran sanedrín de los privilegiados, la gran mesa camilla del poder, desde donde se diseñaban estrategias destinadas a exprimir a la inmensa mayoría de los habitantes del planeta en beneficio de la minoría selecta que se come la mayor parte del pastel. En la Trilateral, primero, y en el Foro Económico de Davos en los últimos años, por ejemplo, se iban tejiendo las tramas de la dominación global.
A veces, hasta calculaba las cabezas que bastaría cortar para cambiar el rumbo de la historia. Pura metáfora, claro, porque Manolo Castro era, ante todo, un demócrata, algo cascarrabias cuando se trataba de enjuiciar las marrullerías  de los de arriba, un punto sarcástico con los escándalos de la corrupción y la manipulación, pero siempre abierto al debate y a la crítica sin tapujos, dentro del ámbito de respeto a la libertad y a las reglas del juego.
Perteneció a esa generación nacida en la dura posguerra, curtida en los represivos límites del franquismo y que acogió con entusiasmo la tarea de reconstruir la democracia perdida, una vez desaparecido el dictador. Desde su primera militancia en el Partido Socialista Popular (el de Tierno Galván) se incorporó con su partido al PSOE y formó parte de los primeros gobiernos municipales socialistas en el Ayuntamiento de Cádiz, con el alcalde Carlos Díaz. Y cuando terminó su periodo de gestión política, volvió a sus quehaceres profesionales como ATS con la misma naturalidad con la que había desempeñado su trabajo como concejal. Salió del ayuntamiento tan ligero de equipaje como entró, sin traicionar su conciencia de hombre de izquierdas honrado y solidario.
Le conocí al principio de los años noventa, en la tertulia del gaditano Bar Bahía (una especie de reserva biológica del desencanto activo), cuando los dos veníamos ya de vuelta, cada uno de sus propias batallas de compromisos y frustraciones (yo, desde mis experiencias periodísticas en una Galicia especialmente castigada por las miserias históricas). No era difícil conectar con su generoso sentido de la amistad, entre coincidencias y discrepancias. Ahora que ya no podré volver a reírme con sus diatribas iconoclastas ni discutir por sus obsesiones conspirativas, porque las secuelas de una enfermedad mortal pararon su corazón el pasado viernes 6 de diciembre, tendré que hacerle hueco virtual en la mesa camilla de la memoria, junto a todos los amigos buenos y generosos (“bos e xenerosos” dice el himno gallego, con perdón) a los que voy sobreviviendo.


martes, 5 de noviembre de 2013

Final feliz en Citroen

El sufrido C-3 vuelve a casa después de cuatro semanas de confinamiento
Cuatro semanas ha estado finalmente mi coche, un C-3 matrícula 1536 CHF, en el taller de Comercial Citroën de Sevilla (Avenida Doctor Fedriani, s/n). A las 12.37 horas del lunes 4 de noviembre me comunicaron que ya estaba reparado y a las 17.33 lo recogí en perfecto estado de revista, incluido un concienzudo lavado, por dentro y por fuera, que le hacía parecer nuevo "do trinque" (como se dice en gallego de algo que se estrena: nada que ver con "trincar"). 
La última semana, la del 28 al 31 de octubre (el quinto día era festivo), ha sido especialmente intensa. Como contaba en un artículo anterior, después de tres semanas de espera sin que diesen una fecha para contar con la pieza que debía resolver la avería en las marchas del vehículo, presenté la hoja de reclamaciones y escribí un desahogo personal en mi blog (http://jagacino.blogspot.com.es/2013/10/citroen-me-deja-tirado.html?spref=fb), que divulgué a través de Facebook y twitter e incluso colgué en el muro de Facebook de la propia Citroën, que respondió a mi alegato con amables promesas de hacer todo lo posible para localizar la pieza perdida en lo que denominaban "rotura de stock". Paralelamente, recibía múltiples muestras de apoyo de mis amigos en las redes sociales, en algún caso dándome cuenta del ofrecimiento de algún taller para intentar buscar la pieza por su cuenta. El perito Francisco Arévalo, colaborador del programa El Público, de Jesús Vigorra en Canal Sur Radio, hizo personalmente gestiones en Citroën que debieron de surtir efecto, porque recibí el miércoles 30 de octubre una llamada del Servicio de Atención al Cliente aludiendo a esas gestiones y el jueves 31 de octubre, el jefe de taller de Comercial Citroën me anunciaba personalmente que habían localizado la pieza en un concesionario de Huelva y en una chatarrería de Sevilla (por si fallaba la anterior), que la recibirían el lunes 4 de noviembre y que ese mismo día estaría listo el coche.
Así ha sido y así dejo constancia, por el mismo conducto que empleé para denunciar el retraso, con una puntualización: mi queja no ha sido en ningún momento contra el taller de Sevilla, donde siempre me han atendido con profesionalidad y diligencia, sino contra una deficiente red de suministro de recambios.
Mi agradecimiento a todos los que se solidarizaron y me prestaron su apoyo. Con dos menciones especiales: a Rosa Pilar Abelló, que le contó mi caso a su taller de confianza, y a Carmen Benavides, que colgó en el muro de Citroën en Facebook una rotunda advertencia: que si no arreglaban mi coche, aconsejaría a todos sus amigos que no se les ocurriera comprar un modelo de esta marca. Afortunadamente, no ha llegado la sangre al río y tenemos final feliz.

martes, 29 de octubre de 2013

Citroen me deja tirado

Mi coche, un C-3 matrícula 1536 CHF, lleva tres semanas y un día en el taller de reparaciones de Comercial Citroën de Sevilla (Avenida Doctor Fedriani, s/n), a la espera de una pieza que no se sabe cuándo va a llegar, o al menos eso es lo que me han dicho.

Este es el coche perdido, cuando viajaba libremente y llegaba, por ejemplo,
a esta casa de unos amigos en Oza dos Ríos (A Coruña), en agosto de 2011

Lo dejé allí el lunes 7 de octubre de 2013, a las 10 horas 26 minutos 45 segundos (según figura en la orden de reparación, una orden que todavía no ha sido cumplida) para que le reparasen la entrada de las marchas 2ª, 4ª y atrás. Tras examinarlo, me explicaron que tenía deteriorado uno de los cables que controla el cambio de marchas y que ya me avisarían cuando estuviese reparado. Al día siguiente (o a los dos días, no recuerdo bien), me llaman para decirme que no tienen esa pieza, que la han pedido a la central (de Madrid, naturalmente, aunque la fábrica española de Citroën está en Vigo) y que les han dicho que la enviarán el 17 o el 18 de octubre de 2013. Me comentan que, si quiero llevármelo y volver cuando esté la pieza, puedo hacerlo. Me acerco al día siguiente al taller para comentar el asunto y me aconsejan que no me lleve el coche porque, con los fallos en la entrada de las marchas, me puede dejar tirado. Acepto el consejo porque ya había experimentado las dificultades de conducir con la inseguridad en el manejo de las marchas. En ese momento no me daba cuenta de que era la misma Citroën la que me estaba dejando tirado.
Esperé paciente al 18 de octubre de 2013, día en que me comunican que no sólo no ha llegado la pieza en la fecha anunciada, sino que ahora la previsión es que no hay previsión. La gran multinacional Citroën no sabe cuándo puede suministrar la pieza que necesita mi coche para volver a funcionar en condiciones.

Vuelvo al taller el lunes 21 de octubre de 2013, para ver si en persona podía conseguir más información que por teléfono. La respuesta es la misma, a pesar de que el empleado que me atiende se desvive por recabar información en las diferentes instancias de su empresa. Hasta llega a detectar la presencia de una pieza como la que esperamos en un taller de Huelva, pero allí la tienen para atender a un cliente con más suerte que yo. Puestos a especular, y ya que los cables de marchas parecen constituir un tesoro difícil de conseguir en Citroën, llega uno a pensar que el taller o el cliente de Huelva tenían más capacidad de influencia en la misteriosa central de suministros y habían conseguido desviar a Huelva la pieza inicialmente destinada a Sevilla. Ante la situación de impotencia, al amable empleado sólo se le ocurre remitirme al Servicio de Atención al Cliente, eso sí, después de emplear un cierto tiempo en averiguar los teléfonos (los apunto aquí, por si algún sufrido lector pasa por una situación parecida y no se encuentra con un empleado tan voluntarioso: 902445566, 902105558 y 902114703). Pensaba que quizá eso sirviese para hacer algo más de presión.
Llamo ese mismo día, 21 de octubre de 2013, al primero de los números y, después de explicar dos veces la peripecia, quedan en informarse. Me llaman al día siguiente del mencionado Servicio de Atención al Cliente y me hacen volver a explicar mi problema, no sé si porque el problema es tan insólito que no se lo creen, o porque no se fían de quien me atendió el día anterior. El caso es que vuelven a quedar en informarse y a llamarme con lo que averigüen. Deben de estar todavía averiguándolo porque, siete días después, no han vuelto a llamar.
Vuelvo al taller el lunes 28 de octubre de 2013, ya con cierto complejo de protagonista del Día de la Marmota. El suministro de la pieza maldita sigue con la etiqueta de SIN FECHA. Inútil preguntar si es que esa pieza ha dejado de fabricarse, o si es que la fabrican por encargo pero la complicada organización de la multinacional no sabe calcular cuánto pueden tardar en fabricarla. Los amables empleados del taller sevillano sienten la misma impotencia que yo, aunque, cuando pregunto si la pieza puede tardar un año en llegar, el que me atiende contesta perplejo: "Hombre, un año no creo". Pero tampoco lo dice con mucha convicción.
Uno recurre al final a pedir el libro de reclamaciones, aunque escéptico sobre la posibilidad de que eso, que asusta a los restaurantes y a las pequeñas empresas, vaya a preocupar a la gran multinacional. Pero ahí queda, en el registro de la Junta de Andalucía, con fecha 28 de octubre de 2013, la reclamación por mi coche perdido. Estuvimos juntos diez años y medio, compartiendo carreteras y ciudades, fríos, lluvias y calores. No le prestaba especiales cuidados y adornos, pero siempre lo llevaba a revisión al servicio oficial para que no le faltase el cuidado fundamental. Ingenuo de mi, que olvidé que las multinacionales no tienen corazón y no agradecen nada la fidelidad.
Más me hubiese valido haber vuelto al querido chapuzas de mi barrio, que me enseñó a buscar las piezas de repuesto en los desguaces para que me saliera más barata la reparación de mi viejo y renqueante Golf (que nunca estuvo más de una semana inmovilizado).

domingo, 13 de octubre de 2013

Cortefiel y el rigor histórico

En la publicidad de una parada de autobús urbano en Sevilla (delante de la estación de autobuses de Plaza de Armas), sobre las ocho y cuarto de la tarde del pasado jueves 10 de octubre, vi un anuncio de Cortefiel, bajo el lema "Gente que abre caminos", en el que se presentaba a Javier Sansó como "el primer hombre que dio la vuelta al mundo en un barco sin combustible fósil". Después he visto un vídeo en el que Javier Sansó explica que utilizaron energías renovables, sin especificar cuáles ni cómo.
En ambos casos, me vino a la memoria aquella expedición de cinco barcos, al mando de Magallanes, que salió de Sevilla hace casi quinientos años (en agosto de 1519), y de la que volvió un solo barco, la nao Victoria, al mando de Juan Sebastián Elcano, después de haber completado el primer viaje alrededor del mundo. Aquel barco no utilizaba combustible fósil y el viento que lo impulsaba, por medio de sus velas, constituye una de las primeras energías renovables utilizadas por la humanidad mucho antes de que el petróleo lo impregnase todo.
(Por cierto que en el pasado mes de abril el gobierno presidido por Rajoy decidió suprimir la comisión organizadora de ese quinto centenario, que se había constituido un año antes por el gobierno que presidía Rodríguez Zapatero. Cosa de los recortes, se dijo. Como se han recortado las subvenciones a las energías renovables)

martes, 20 de agosto de 2013

Violeta Parra: dolor y depresión

Una magnífica visión crítica que disecciona la visión idealizada de Violeta Parra, la de quienes quieren fabricar modelos ejemplares y ocultar los aspectos políticamente incorrectos.

http://joseangelgonzalez.com/violeta-parra/

jueves, 6 de junio de 2013

Fusiones bancarias en San Jerónimo

Antes de la fiebre de las fusiones, que ya empezó antes de la crisis, en el barrio de San Jerónimo, en Sevilla, había una oficina del Monte, otra de Caja San Fernando y otra de La Caixa. Ahora, después de que El Monte y Caja San Fernando se fusionasen en Cajasol y de que Cajasol fuese absorbida por La Caixa, las tres oficinas se han reducido a una. Hicieron obras para montar cuatro cajeros automáticos (que son los mismos que tenían antes las tres oficinas por separado). En el interior, hay dos o tres cajeros "humanos" (según los momentos), que es el número que podían tener cada una de las tres oficinas anteriores. Es decir, hay menos servicio para el mismo número (como mínimo) de clientes.
Mis actividades económicas son modestas y no necesito ir todos los días a la oficina. Afortunadamente, porque siempre que voy hay colas, tanto en los cajeros atendidos por personas como en los cajeros automáticos. El ahorro parece que ha afectado también a la máquina de coger número y volvemos al método tradicional de pedir la vez, lo que no deja de ser una manera de fomentar la convivencia entre los sufridos usuarios. No hay queja del personal que atiende: hacen lo que pueden para agilizar las gestiones, incluso tomándose el trabajo de explicarte todas las funciones posibles de los cajeros automáticos, para que seas autosuficiente en tus gestiones bancarias.
Es lógico que, en estos tiempos de crisis, se ajusten los costes al máximo, sobre todo los laborales. Y puede que sea eso lo que tanto interés tiene en explicarme personalmente el nuevo director de la sucursal, que ya me ha enviado cinco veces (y otras tantas a mi mujer, con la que comparto cuenta) la misma carta de presentación invitándome a acudir a su despacho. Habrá quien vea en esto un derroche de papel (sobre todo si lo hace con todos los clientes de la sucursal), pero todo sea por mantener unas últimas relaciones personales antes de que todos los cajeros sean automáticos.

lunes, 29 de abril de 2013

Fernando Castelló, una referencia personal


Fernando Castelló


Me enteré de su muerte anoche. Había estado desconectado el fin de semana en Cádiz y justamente cuando estaba a punto de coger el coche para volver a Sevilla, me llamó mi amigo José María Núñez para comentarme que había leído en "ABC" la noticia de la muerte de Fernando Castelló. Para él, como para mi, era una referencia de los viejos tiempos, cuando hacíamos lo que podíamos para luchar contra la dictadura franquista, Fernando, desde luego, más que nosotros, desde su compromiso comunista, que compartí hasta que creí que, con la llegada de la democracia, podía liberarme de ese compromiso, concebido en su día como una especie de obligado trabajo de emergencia, y dejar el puesto a quienes pudieran o quisieran dedicarse de lleno a la política. Fernando también se centró en su trabajo profesional, pero, si de la política se retiró él, de la profesión lo echaron, como recordaba él mismo, hace catorce años, en aquel espléndido artículo titulado Jubilados al amanecer: http://elpais.com/diario/1999/01/30/sociedad/917650812_850215.html, aunque, en compensación, realizó una espléndida tarea de activista por la libertad de expresión en todos los lugares del mundo desde su puesto dirigente en la organización internacional Reporteros sin Fronteras.
Trabajé con Fernando Castelló, entre 1965 y 1967, en el semanario económico El Europeo. Yo era entonces un aprendiz de periodista, obligado a trabajar antes de acabar la carrera por haber perdido una espléndida beca en el Colegio Mayor Pío XII, en una de las purgas periódicas contra los alumnos que se tomaban demasiado en serio la doctrina social de la Iglesia. Nunca pude agradecerle lo suficiente a Fernando cuanto aprendí de él, tanto en lo profesional como en lo personal, con dos notas predominantes: rigor e integridad. En los años setenta seguimos manteniendo el contacto en trabajos de movilización de los periodistas contra la dictadura, cuando tratábamos de recuperar para la libertad y la profesionalidad aquellas asociaciones de la prensa secuestradas por el franquismo.
Luego llegó lo que podríamos llamar normalización democrática del país y nuestra separación geográfica (él siguió en Madrid y yo anduve primero por Galicia y últimamente por Andalucía) fue espaciando nuestras relaciones. La noticia de su muerte me ha pillado completamente desprevenido. Y me siento un poco huérfano, al perder una de las personas que significó para mi algo más que un compañero y un amigo. Fernando Castelló significó para mi, además, la referencia del periodismo que se podía hacer durante la dictadura y del periodismo que había que hacer en democracia y que, por diversas razones, se nos ha ido degradando en los últimos tiempos de componendas y corrupción.

http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/04/28/actualidad/1367101749_999886.html